Entonces los huesos
se desprendieron de carne
y los ojos de mirada.
Nada fue
como quisiste.
Nada cierto
sino el dolor.
Lavaste tu boca furiosa
hasta ahogar la enfermedad.
Rehiciste el guión
de días
unipersonales
hasta el continuo
diálogo
interno.
Así
decidiste sobrevivir.
Y fabricaste la máquina
de aplausos
para frenar el instinto
de correr.
7 comentarios:
Lacónica: el poema es hermoso, me encantó. Pilco.
No puede ser que venga de ver a un tipo que hubiera tenido ganas de decirle lo que escribiste. Justo.
Perdón por el carácter de mi pregunta, pero ¿es siempre la misma persona o conocés sólo ese tipo de individuos?
si, Aste
parece que no la pego
este fue otro
por suerte FUE
qué triste qué triste qué triste
Para ser lacónica bastante explícita
es cierto Livio!
mi nombre es una expresión de deseo
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